La presente reflexión “Las Cuatro Grandes Respuestas” nos ayudarán comprender mejor los designios de Dios para nosotros en la vida.
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”.(1 Juan 2:15-16)
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”.(1 Juan 2:15-16)
El mundo en el cual vivimos, se conforma
de un sistema, el cual es el que da vida a la sociedad. Los sociólogos
le llaman la superestructura de la sociedad. Formada principalmente, por
la religión, la cultura, la política, la economía. Sobre esta base
ideológica descansa la sociedad. Todos los seres humanos somos
sociables, nadie puede sobrevivir aislado y lejos del contacto humano.
Necesitamos socializarnos, establecer relaciones unos con otros. Estas
pueden ser relaciones comerciales, religiosas, políticas, etc. El punto
principal es, ¿Cómo nosotros manejamos estas relaciones? ¿Cuánta
influencia tienen sobre nuestras vidas?
Se requiere de mucha integridad, para no ser corrompidos e
influenciados por la mala práctica de estos factores. La Escritura nos
previene acertadamente, acerca del peligro al que nos enfrentamos
diariamente en el mundo. Recordemos lo que el Señor Jesucristo dijo
acerca de lo que sale del hombre
“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:21-23).
Toda
la maldad que hoy en día estamos viviendo, tiene un origen humano: El
corazón Humano. Podemos decir entonces que todo cuanto sucede en la
sociedad, es producto de la colectividad de nuestros hechos.
Existen 4 debilidades ante las cuales los seres humanos sucumbimos,
estas son El Dinero, El Sexo, El Poder y El Orgullo. Es a través de esto
que perdemos integridad, su influencia en nuestras vidas no nos
permiten crecer interiormente. Cuando nos aferramos a ellas, es cuando
nos convertimos en personas egoístas, avaras, fornicarios, homicidas,
ladrones, engañadores, envidiosos, soberbios e insensatos. Analicemos
una a una:
- El Dinero.
Realmente el dinero no es malo en sí mismo. Puede ser una bendición
pero también una fuente de tentación. Recordemos lo que la Escritura nos
dice en I Timoteo 6:10
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados en muchos dolores”.
Cuanta
sabiduría encontramos en estas palabras. Si tan solo comprendiéramos
que nuestra vida no debe girar en cuanto tenemos, sino en lo que
realmente somos interiormente.
Muchas veces nuestras vidas, rinden culto al dios Dinero. Perdemos la
sensibilidad, y no valoramos las personas por su forma de ser; sino todo
lo contrario. Muchas veces también, nos vemos rodeados de personas que
solo están con nosotros por lo que tenemos y no por lo que somos. Ahora
bien, la primera Gran Respuesta de Dios a esto es: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Cuando
realmente comprendamos esto, nuestras vidas serán cambiadas totalmente.
La búsqueda del reino implica, que necesitamos encontrar una respuesta a
nuestras vidas, que debemos priorizar las situaciones y buscar obedecer
a nuestro Dios.
- El Sexo.
El Sexo es un precioso regalo de Dios para ser disfrutado dentro del
matrimonio. Cualquier desviación de este propósito acarrea desastres.
Proverbios 2:16-19 nos ilustra algo respecto a esto:
“Serás librado de la mujer extraña, De la ajena que halaga con sus palabras, La cual abandona al compañero de su juventud, Y se olvida del pacto de su Dios. Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, Y sus veredas hacia los muertos; Todos los que a ella se lleguen, no volverán, Ni seguirán otra vez los senderos de la vida”.
Grandes hombres de la Historia Bíblica, fracasaron, a causa de caer
rendidos ante el sexo. Podemos mencionar a Sansón, el rey David, el rey
Salomón, entre otros. Como seres humanos, tendemos a caer fácilmente
ante esta tentación. Pero debemos recordar que la tentación, solo nos
trae dolor, fracaso y tristeza. Hoy en día, el sexo se práctica de forma
irresponsable. Atrayendo consecuencias terribles y hasta la muerte a
quienes lo practican de esa manera. Nuestra sociedad esta enferma, los
malos deseos y lascivia, brotan de corazones enfermos. Pero Dios, nos da
una segunda Gran Respuesta: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb 4:14).
Que
reconfortante es leer esto. Primeramente tenemos a alguien que
intercede por nosotros ante Dios y que también padeció nuestras
debilidades igual que nosotros. El escritor nos anima a acercarnos al
Trono de la Gracia para alcanzar el oportuno socorro. Estimado lector,
la tentación siempre existirá, le atacara fieramente; pero usted no esta
sólo, solamente acérquese y confíe en nuestro Dios.
- El Poder.
Esto va dirigido a todo aquel que tiene puestos de liderazgo. Ya que
esto implica influencia. Sin embargo, el abuso de poder acarrea serias
consecuencias. Es posible que usted ostente actualmente algún cargo
importante en su trabajo, en su lugar de estudios, en su iglesia; y
puede también, que se vea tentado a abusar de este. Puede ser,
maltratando a sus subalternos o usando sus influencias para obtener
algún beneficio personal. Muchas veces, las personas cambian
rotundamente, por el hecho de que se les asignen cuotas de poder. No
debe suceder con los Hijos de Dios. Recordemos que la Palabra de Dios
nos exhorta a no amar el mundo ni las cosas que están en el. Pero no nos
desanimemos, en la tercer respuesta de Dios nos dice:
¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? (Mateo 26:53).
Jesús
nunca uso su poder para su propio beneficio. Es interesante este
pasaje, donde llegan a arrestar a Jesús; ha sido traicionado, arrestado
para ser llevado ante el Sumo Sacerdote para ser crucificado. Su actitud
fue totalmente diferente, siendo el Hijo de Dios, contaba con infinidad
de recursos para poder defenderse, sin embargo, no lo hizo. Que ejemplo
más grande el que tenemos en el Maestro, digno de imitar.
- El Orgullo.
Uno de los defectos humanos más comunes es el orgullo. Esa dosis de
egoísmo que nos hace creer que somos el centro del universo. Que
terrible, es ver como nuestras sociedades se esconden tras un orgullo
que solo trae consecuencias desastrosas. La Biblia advierte acerca de
esto en Proverbios 16:18
“Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu”.
Cuando
el orgullo gobierna nuestra vida, esta se vuelve como una barrera
infranqueable y no dejamos que nadie nos ayude, ya que creemos que
tenemos la razón en todo. El problema es la consecuencia terrible que se
vislumbra al tomar una actitud así. Pero no nos desanimemos ante esto,
ya que la cuarta Gran Respuesta de Dios nos dice:
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando a cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Fil 2:3).
Este
verso nos exhorta a actuar sin interés alguno, y sin ninguna motivación
ajena a los principios del Reino de Dios. Debemos ver a los demás igual
a nosotros, sin discriminación alguna.
Concluyendo, es importante que reflexionemos en estas cuatro Grandes
Respuestas de Dios. Debemos vivir de acuerdo a nuestras convicciones y
fortalecer nuestro carácter, renovemos nuestro compromiso con Dios y su
reino y cultivemos nuestra relación personal con Dios. Si nosotros
cambiamos nuestra familia, nuestra comunidad, nuestro centro de trabajo o
de estudio, nuestra ciudad y nuestra nación se verán afectadas por
hombres y mujeres nuevos. Los cuales infundiremos valores del Reino de
Dios, en cada lugar en el cual nos desenvolvamos. Pero ante todo, este
es un trabajo personal con nosotros mismos. Se requiere de mucha
disciplina y valor para aceptar este reto. Y recordemos que Dios siempre
tiene Grandes Respuestas para nuestras vidas.
“Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras.” (Sal 73:28)


